¿Intimidado por tu primera carrera, los recorridos duros o los ritmos rápidos? Aquí tienes la solución.
Todo
corredor pasa por momentos
de dudas, y eso no siempre es malo. Preguntarte si estás preparado
para correr un maratón refleja una sana conciencia sobre el desafío al que
pretendes enfrentarte, sobre todo en los comienzos de tu preparación. Si no has
entrenado debidamente, tus preocupaciones resultan válidas.
Pero
otras dudas (sobre todo las provocadas por influencias exteriores) pueden
crear un sentimiento de intimidación
contraproducente. Estas dudas van echando sus raíces en lo más
profundo de tu cabeza y se ramifican en emociones negativas, según los mejores
psicólogos deportivos. La demanda de esfuerzo puede ser alta, pero hay que ser
realistas y no plantearse una reflexión seria al respecto.
Sentirte
intimidado es asumir que no tendrás los recursos para satisfacer esa demanda.
El estrés orientado
hacia el fracaso puede causar multitud de problemas: puede
tensionar los músculos favoreciendo las fatigas y dificultando la coordinación,
tanto que puedes perder tu zancada habitual, distraerte de tus metas y socavar
tu fuerza mental.
Aquí
tienes unos cuantos consejos para superar las principales fuentes de intimidación
y dar lo mejor de ti sin ser presa de las dudas.
CORREDORES MÁS RÁPIDOS
Están
por todas partes: en la salida, en el recorrido, entre tus colegas... No
pienses sólo en el tiempo de los demás, aprovecha sus logros para inspirarte.
Muchas veces puedes sentirte un gamo dentro de tu grupo de entrenamiento, pero
si te juntas con gente de más nivel pasas a considerarte alguien con nula
capacidad para generar velocidad.
No
tienes por qué deprimirte en estos casos, todo lo contrario: considéralo una
fuente de motivación. En poco tiempo, no sin trabajo duro, te irás acercando
poco a poco a tus nuevos amigos y, lo que es más importante, mejorando como corredor.
Y si no puedes llegar a manejar sus ritmos, al menos deja de hacer comparaciones
y concéntrate en la verdadera satisfacción de correr de la manera más rápida
que tu cuerpo te permita.
UN RECORRIDO DURO
Lo
más normal después de lograr un objetivo es plantearnos otro un poco más
difícil. Por ejemplo, si completamos un maratón llano no tardaremos en
preguntarnos cómo respondería nuestro cuerpo en recorridos duros, sinuosos,
del estilo del de Madrid o Nueva York. Muchas veces los principiantes piensan
que sólo tendrán una oportunidad de demostrar su valía y, si no lo consiguen,
abandonarán para siempre.
Pero
no hay que dejarse llevar por las primeras impresiones o lo que nos hayan
contado sobre un determinado circuito. En lugar de eso, hay que entrenar duro.
Si hay cuestas, pues iremos introduciendo cuestas en nuestros rodajes
paulatinamente (ahora, con los GPS, no nos será difícil planificar trazados
rompepiernas en las cercanías de nuestro domicilio). Si ves que la cosa se te
hace muy cuesta arriba (nunca mejor dicho) prueba a repetirte mantras: “Por
aquí subo yo por mis narices”, “Esto no es una cuesta,s es una tachuelita” y
cosas por el estilo.
GENTE QUE ENTRENA MÁS
Deshazte
de la culpa de tu presunta falta de dedicación concienciándote de que tu
entrenamiento tiene que reflejarse en tu vida y no en la de los demás. Además,
las necesidades de entreno son diferentes para cada individuo y dependen de las
metas de cada uno.
Si
de verdad no estás contento con los resultados tendrás que cambiar tu
entrenamiento, pero no machacarte más o realizar el plan de otro. Y recuerda lo
que sostienen todos los expertos consultados: “Ningún método para ganar
autoconfianza sirve si no has entrenado”.
UNA PRIMERA CARRERA
Una primera carrera de 5km puede tener más impacto
para un principiante que un maratón para un corredor profesional. Así que no
temas y ármate de coraje para sacarte tu primer dorsal. Habla con corredores
avanzados sobre sus experiencias, oblígales a mirar atrás y pregúntales qué
creen que les hubiera servido de ayuda en su debut.
Pero no te pongas unas expectativas demasiado altas
(un crono determinado o un puesto en tu categoría) e intenta divertirte sin
más. El día de la competición intenta correr con un amigo, coordinar los pasos
con otra persona libera la tensión.
LAS GRANDES CARRERAS
Cámaras de televisión, atletas de élite, numeroso
público, recorridos míticos… todas esas cosas propias de los grandes eventos
son distracciones. La esencia del entrenamiento mental es apartar tu mente del
camino y dejar al cuerpo hacer aquello para lo que ha sido entrenado, con independencia
del escenario.
Construye una rutina que te familiarice con cada
carrera, concediendo valor a elementos como el valor de socializar con otros
corredores antes del pistoletazo de salida, usar un reproductor de música o
repetirte mantras en los tramos más complicados del recorrido. Calma la
presión de conquistar tu reto imaginándote la vida una semana más tarde, es
decir, no le des a la carrera más importancia de la que tiene.
REPITE: “SOY UN CORREDOR”
Hay quienes no se definen corredores hasta que no han
completado una carrera de cierta distancia, por ejemplo una media maratón, y
eso no es necesario. Si no intentas ser un atleta no tienes por qué justificar
tu nivel atlético, es decir, no es necesario hincharte a kilómetros ni
tomártelo en serio para llamarte a ti mismo corredor.
En realidad, las palabras representan un estilo de
vida. Lo principal es tomar consciencia de que los esfuerzos tienen
beneficios: comer mejor, aumentar la fuerza, conocer gente con la que compartir
tu afición… Cosas que te convierten en un verdadero atleta, mucho más que una
marca o decenas de maratones en tus piernas.
RENEUVA TU CEREBRO - Los pasos correctos a dar cuando
te preocupas demasiado
LOS TEMORES Y DUDAS SON NATURALES. Pero hacer una
montaña de ellos, o ignorarlos, puede impedirte mejorar. Permanece atento a las
próximas señales de alerta para saber si tus miedos te están reteniendo.
- Estás concentrado en las posibles carreras que están por llegar. Claro que hay una probabilidad muy alta de que no logres tu mejor marca la próxima vez que compitas. Aun así tu tiempo de entrenamiento estará mejor empleado si te concentras en el objetivo, realizando ejercicios de fomento de la confianza, ritmo y carreras largas, que si te preocupas por “y si…”.
- Estás pensando más en las fuentes de tu intimidación. Hay que combatir la ansiedad sobre el rendimiento antes del día de la carrera. Identifica tus problemas y busca maneras de combatir las dudas. Por ejemplo, si en las carreras has ralentizado el ritmo en el tramo final, acaba el último kilómetro o los últimos dos de tus rodajes previos a una velocidad elevada.
- Estás cuestionando tu devoción por el deporte. Parece que has olvidado o perdido la alegría de correr que una vez te ha motivó. Deja a un lado los objetivos cronométricos y procura pasar tus próximos entrenamientos divirtiéndote, sólo divirtiéndote, sin más pretensiones. Haz lo que sea para deshacerte de la presión del rendimiento.
Fuente: http://www.runners.es
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