¿Qué es marketing? ¿Y tú me lo preguntas? Marketing… es todo. Parafraser a Bécquer nos viene muy bien, porque sin duda, el marketing está presente en cualquier ámbito. Y el deporte, no iba a estar exento. El marketing deportivo tiene sus fundamentos en la construcción de una comunidad robusta de seguidores.
Los seguidores, o fanáticos, lucen las camisetas de sus respectivos equipos como una seña de identidad, un claro ejemplo de engagement. O, ¿quién no ha presumido de sus últimas zapatillas deportivas New Balance? ¿O de su sudadera Nike con el logo a gran escala? Las marcas deportivas están encantadas con la fidelidad de sus seguidores, y estos encantados de lucir con orgullo sus adquisiciones de estas. Cualquier empresa envidiaría esta relación casi simbiótica.
El marketing deportivo cuenta con diferentes herramientas, como es el caso de los patrocinios deportivos, que permiten a las empresas transgredir de su perfil meramente comercial y establecer un nuevo tipo de relación con sus seguidores en la que estos son tratados como apasionados del deporte, más que simples clientes. Aprovechando la afinidad de los usuarios con la empresa, estas desarrollan varias estrategias para satisfacer los deseos de sus seguidores. Estas acciones conducen de manera casi directa a los usuarios a seguir la marca en medios de comunicación, redes sociales, eventos o adquiriendo merchandising, sintiéndose cada vez más ligados con la marca.
Y es este éxito del marketing deportivo el que lleva a muchas empresas ajenas al ámbito deportivo a buscar alianzas con equipos u otro tipo de organización deportiva. Este vínculo permite a las empresas adoptar los valores del equipo y que los usuarios relacionen a la marca con esos mismos valores. De este modo, las empresas pueden ver mejorada su imagen e incrementar el número de clientes potenciales. Además, no debemos olvidar que muchos eventos deportivos cuentan con una amplia difusión y cobertura mediática, lo que los convierten en una plataforma idónea para dar a conocer la marca y/o sus productos.
No obstante, no son solo las marcas las beneficiadas de esta relación, ya que las propias organizaciones deportivas sacan rédito económico de sus patrocinios, siendo estos una de sus principales fuentes de ingresos.
Fuente
Los seguidores, o fanáticos, lucen las camisetas de sus respectivos equipos como una seña de identidad, un claro ejemplo de engagement. O, ¿quién no ha presumido de sus últimas zapatillas deportivas New Balance? ¿O de su sudadera Nike con el logo a gran escala? Las marcas deportivas están encantadas con la fidelidad de sus seguidores, y estos encantados de lucir con orgullo sus adquisiciones de estas. Cualquier empresa envidiaría esta relación casi simbiótica.
El marketing deportivo cuenta con diferentes herramientas, como es el caso de los patrocinios deportivos, que permiten a las empresas transgredir de su perfil meramente comercial y establecer un nuevo tipo de relación con sus seguidores en la que estos son tratados como apasionados del deporte, más que simples clientes. Aprovechando la afinidad de los usuarios con la empresa, estas desarrollan varias estrategias para satisfacer los deseos de sus seguidores. Estas acciones conducen de manera casi directa a los usuarios a seguir la marca en medios de comunicación, redes sociales, eventos o adquiriendo merchandising, sintiéndose cada vez más ligados con la marca.
Y es este éxito del marketing deportivo el que lleva a muchas empresas ajenas al ámbito deportivo a buscar alianzas con equipos u otro tipo de organización deportiva. Este vínculo permite a las empresas adoptar los valores del equipo y que los usuarios relacionen a la marca con esos mismos valores. De este modo, las empresas pueden ver mejorada su imagen e incrementar el número de clientes potenciales. Además, no debemos olvidar que muchos eventos deportivos cuentan con una amplia difusión y cobertura mediática, lo que los convierten en una plataforma idónea para dar a conocer la marca y/o sus productos.
No obstante, no son solo las marcas las beneficiadas de esta relación, ya que las propias organizaciones deportivas sacan rédito económico de sus patrocinios, siendo estos una de sus principales fuentes de ingresos.
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