viernes, 8 de junio de 2012

Las estrategias de marketing, por encima de los colores

El Cardiff City, de la Segunda inglesa, se pasa del azul al rojo para intentar conquistar los mercados asiáticos

Un Real Madrid que cambiase el blanco por el amarillo y el negro de su patrocinador bwin en su primera equipación, o un Barcelona vestido con los colores de la bandera de Estados Unidos para incrementar sus ventas en el mercado norteamericano... Parece imposible, pero desde este verano será algo menos descabellado.

La crisis no respeta nada. Ni los códigos más sagrados del fútbol.
La necesidad de incrementar los ingresos de los clubes manchó de publicidad las camisetas, modificó los destinos de las giras veraniegas y cambió los nombres de los estadios. Decisiones que en su momento levantaron polémica pero se han aceptado con el paso del tiempo. Lo que no está tan claro es que los seguidores acepten cambios en detalles tan representativos de su equipo como su escudo o sus colores.

El revuelo que ha provocado entre los hinchas del Cardiff City que sus propietarios hayan decidido que el equipo,
después de 113 años, cambie el azul tradicional de su camiseta por el rojo está siendo notable. Dentro de una serie de medidas que responden a una estrategia de mercado, además de cambiar los colores del equipo, han rediseñado también el escudo del club, en el que el pájaro azul que hace que se le conozca popularmente como los «Bluebirds» deja su lugar a un dragón rojo.

La elección de este mítico animal, así como al color rojo, se asocia a la consideración de
signos de fortuna que ambos tienen en Asia, de donde proceden los propietarios del Cardiff City, pues son originarios de Malasia. Con ellos el club se pretende abrir los mercados de la zona para maximizar los ingresos comerciales.

Cambios poco habituales

Aparte de la natural evolución de los emblemas, propiciada casi siempre por sucesivos intentos de modernización, hasta ahora se habían visto cambios mínimos como el de la desaparición de la cruz de la corona del escudo del Real Madrid durante un acto en tierras árabes, o la supresión de la cruz de San Jorge en los blasones de clubes como Barcelona o Milán, pero nunca motivados por intereses comerciales.

Más extraño resulta el cambio de colores. Si bien
era algo normal e incluso lógico en los primeros años de vida de un club, mientras definía su identidad, en la actualidad solo afecta a las equipaciones reservas. Hasta ahora.

Desde la directiva del club galés, que milita en la Segunda división inglesa, se aseguraba hace solo un mes que estos cambios no se llegarían a producir, pero este miércoles llegó por fin la confirmación de esta especie de «refundación» del equipo.

Hay que tomar decisiones valientes

El director ejecutivo del Cardiff City, Alan Whiteley, se justificaba aludiendo a las dificultades financieras del club: «Es un compromiso importante y estamos agradecidos a nuestros inversores. Somos conscientes de las dificultades económicas que hay y por eso hay que hacer sacrificios y tomar decisiones valientes y convincentes».

«Son medidas diseñadas para desarrollar la marca de club y permitir que se llegue al mayor público posible. Somos conscientes de que el cambio de color es radical y ha causado malestar y rechazo entre los aficionados, pero
la decisión no se ha tomado a la ligera y tanto la junta directiva como los inversores van a respetar la historia, los valores y las virtudes del club. Son cambios vitales para que el club siga adelante».
El presidente, Chan Tien Ghee, ha prometido nuevos fondos para ayudar al entrenador Malky Mackay a pelear por el ascenso a la Premier League. El club galés se quedó a las puertas de la máxima categoría la pasada campaña, cuando cayó ante el West Ham en las semifinales del playoff. Además llegó a la final de la Copa de la Liga, en la que cayó ante el Liverpool.

Independientemente de ese éxito deportivo, lo que es seguro es que la iniciativa de los dirigentes de los antiguos «Bluebirds» ya estará siendo objeto de estudio en las mesas de muchos empresarios con intereses en el escaparate del fútbol.


Por Miguel Zarza – Fuente

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